Me encantó este diálogo entre el detective Flambeau y su amigo, el principal protagonista de los mejores cuentos de G. K. Chesterton. A este lo saqué de «El ojo de Apolo».
—Tengo entendido —explicó Flambeau— que, según la teoría de esta gente, el hombre puede soportarlo todo, siempre que su espíritu sea firme. Sus dos símbolos principales son el sol y el ojo alerta, porque dicen que el hombre enteramente sano puede mirar al sol de frente.
—Un hombre enteramente sano —observó el padre Brown—, no se molestaría por eso.
—Bueno: eso es todo lo que yo sé de la nueva religión —prosiguió Flambeau—. Naturalmente, se jactan también de curar todos los males del cuerpo.
—¿Y curarán el único mal del alma? —preguntó con curiosidad el padre Brown.
—¿Cuál es? —dijo el otro, sonriendo.
—¡Oh! Pensar que está uno enteramente sano y perfecto— dijo su amigo.