Antes de anoche despedimos el 2010, como siempre, en la casa donde vivían mis abuelos. Fue una linda reunión, donde pude conversar con tíos y primos a los que no veía hace tiempo.
A veces en nuestras reuniones familiares se habla de religión, política, y en menor medida, de fútbol. Todos los temas que Don Luis siempre evita en sus cuentos. Todos discuten y dan sus puntos de vista. Hay mucha pasión, aunque también respeto.
En esa noche uno de los presentes dijo algo así como “Yo le creo al de arriba”, señalando el cielo, “pero no a los curas”. No es una opinión para nada nueva, pero igual me dejó pensando un poco.
Es entendible. Las personas se equivocan y, para alguien que cree en Dios, puede resultar un poco difícil aceptar la palabra de una de ellas como la voluntad de “el de arriba”. Y más todavía cuando conocemos casos de sacerdotes que no siguen lo que la institución a la que pertenecen enseña, o incluso y más grave, que llegan a cometer crímenes. Entonces la conclusión práctica es que “el de arriba” no tiene intermediarios, y nosotros debemos comunicarnos con él directamente.
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