El buen samaritano

La parábola del buen samaritano (Lucas 10, 25-37) es una de las que más me gustan. Al leer estas parábolas, uno queda deslumbrado de la capacidad de Jesús para responder a las preguntas de sus contemporáneos, del contraste de sus enseñanzas con los pensamientos de la época, incluso los actuales.

En el séptimo capítulo “El mensaje de las parábolas”, de su libro Jesús de Nazaret, Joseph Ratzinger da una introducción a las mismas, y luego explica las tres principales en el Evangelio de Lucas, arrancando con la del samaritano. Elije esas tres ya que “su belleza y profundidad conmueven de forma espontánea incluso al no creyente”.
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Aborto… ¿cuestión religiosa o científica?

Leo en esta noticia de aciprensa sobre un documento con 15 conclusiones de un “Taller de Prevensión del Aborto” organizado por la Federación Ecuatoriana de Sociedades de Ginecología y Obstetricia (FESGO).

Algunos párrafos interesantes de la misma:

Señalan -la FESGO- que están en contra del aborto provocado “porque es un acto, no sólo ilegal, sino delictivo”; y porque “la Ciencia enseña que la vida comienza en la concepción. Si esta verdad es afirmada también por las religiones, no deja por ello de ser una verdad estrictamente científica, para transformarse en una enseñanza religiosa opinable. El que niega que la vida se inicie en la concepción no se las tendrá que ver con la Religión sino con la Ciencia. Negar esta certeza de la Biología no es expresión de falta de fe, sino de una carencia de elementales conocimientos de Genética Humana; aún más: de simple cultura general”.

“No olvidemos –agregan– que la segunda víctima del aborto es la madre que aborta. La moderna Psiquiatría y la Psicología de última generación han consagrado el término ‘Síndrome Post Aborto’ (SPA). Hemos de saber que una madre se saca más fácilmente su niño de su vientre que de su mente y de su corazón”.

El documento dice también que a veces, el médico se ve en situaciones de conflicto entre la vida de la madre y la vida del hijo. “Ante tales situaciones se ha ideado la expresión ‘aborto terapéutico’”. “Sin embargo –argumentan–, la frase ‘aborto terapéutico’, como simple expresión, es desafortunada y nefasta, porque, si nos detenemos en el significado de la palabra ‘terapéutico’, terapéutico es sinónimo de ‘curativo’, y con esa expresión se da a entender que el cirujano puede matar al niño con el fin de salvar a la madre; cuando ni la vida de la madre ni la del hijo pueden someterse a un acto de supresión directa: El médico nunca mata”.

Razones para ser ateo

“Si Dios existiese, entonces no habría mal en este mundo, la gente no pasaría hambre, ni los hombres harían guerras… Si Dios existiese, no habría tantas religiones que enseñen cosas contradictorias, sólo habría una. La Biblia… un libro lleno de contradicciones. Si Dios realmente existe, ¿entonces por qué no aparece? ¿por qué no lo podemos ver?”. La conclusión de todo esto es: Dios no existe.

Varias veces me encontré con estos pensamientos. Parecen válidos. Si Dios es infinitamente bueno como nos enseña, por ejemplo, la Iglesia Católica, ¿por qué permite el mal en el mundo? ¿por qué permitió y permite que haya tantas religiones que nos confunden cuando buscamos la verdad? Y por último, si es verdad que Dios quiere que creamos en Él, ¿por qué no aparece ahora así lo podemos ver y creer y listo?

En mi humilde opinión, son dudas muy interesantes que ayudan a descubrir quién es Dios y cómo actúa.

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¿Quién decís que soy yo?

Leí estos días en es.catholic.net un excelente artículo de José Luis Martín Descalzo.

El título del post hace referencia a la pregunta que Jesús le hizo una vez a sus discípulos. Pregunta que se sigue formulando hoy, y para la cual hay muchas respuestas posibles. Me quedo con éste párrafo del texto:

Y es una pregunta que urge contestar porque, si él es lo que dijo de sí mismo, si él es lo que dicen de él sus discípulos, ser hombre es algo muy distinto de lo que nos imaginamos, mucho más importante de lo que creemos. Porque si Dios ha sido hombre, se ha hecho hombre, gira toda la condición humana. Si, en cambio, él hubiera sido un embaucador o un loco, media humanidad estaría perdiendo la mitad de sus vidas.

¿Y qué cosas dijo Jesús de sí mismo? Muchas. Algunas de ellas son:

  • “Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie va al Padre sino por mí.” – Juan 14,6
  • “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, tendrá la luz que le da vida, y nunca andará en la oscuridad.” – Juan 8,12
  • “Vengan a mí todos los que están cansados y afligidos, y yo los aliviaré” – Mateo 11,28

La llave del saber

Ante la pregunta “¿Es Jesucristo Dios?” tenemos varias respuestas:

  • Católico: Por supuesto, Jesús es la segunda Persona de la Santísima Trinidad.
  • Judío: No, no es Dios.
  • Musulmán: No, fue un profeta como Mahoma.
  • Ateo: Dios no existe, por lo tanto Jesús no puede ser Dios.
  • Agnóstico: Puede ser, pero nosotros los hombres no podemos saber eso, no somos capaces de alcanzar la verdad.

Evidentemente no todos pueden tener razón. Si insistimos en que sí, entonces es como decir que “si” y “no” son iguales.

Interesante es la respuesta del agnóstico. Nótese que un agnóstico, ante las afirmaciones “Dios existe” y “Dios no existe” responde lo mismo: “Puede ser”. Con su “puede ser” nunca puede equivocarse, y nunca puede estar en lo cierto. Es como estar ante una pregunta de examen que nos exige responder “verdadero” o “falso”, y en lugar de analizarla bien y ver cuál es la respuesta correcta, optar por dejarla vacía.

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La casa sobre roca – Primera parte

He aquí por qué la juventud es poco a propósito para hacer un estudio serio de la ciencia que trata de las relaciones entre las personas, puesto que no tiene experiencia de las cosas de la vida, de las cuales trata precisamente la ciencia de las relaciones entre las personas y de las que deduce sus teorías. Debe añadirse que aquella juventud que sólo escucha la voz de sus pasiones, en vano oiría tales enseñanzas, y ningún provecho sacaría de ellas, puesto que el fin que se propone la ciencia que trata de las relaciones entre las personas, no es el simple conocimiento teórico de las cosas, sino que tiene, ante todo, un fin práctico.

Cuando digo juventud quiero decir lo mismo la juventud del espíritu que la juventud de la edad, sin que bajo esta relación haya diferencia, porque el defecto que yo señalo, no tiene que ver con el tiempo que se ha vivido, sino que se refiere únicamente al que se vive bajo el imperio de la pasión, sin dejarse guiar sino por ella en la prosecución de sus deseos. Para los espíritus de este género, como para todos aquellos que a consecuencia de algún exceso han perdido el control de sí mismos, el conocimiento objetivo de las cosas es completamente infecundo.

Por el contrario, los que arreglan sus deseos y sus actos solamente según la razón, pueden aprovechar mucho en el estudio de la ciencia de las relaciones entre las personas.

Aristóteles
Ética a Nicómaco
Libro I, capítulo 1

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