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Había escuchado muchísimas veces “La gota” de Chopin, porque le gustaba mucho a mi padre. Y también a mí, a medida que me hacía mayor – nueve años, diez años… -, me empezó a gustar, porque la melodía que está en primer plano es fácil de entender y es muy agradable. En un primer momento se me imponía la sugestividad de la música que aparece en primer plano. Pero después de decenas y decenas de veces de haberlo escuchado, una vez, mientras estaba sentado en el salón, mi padre puso otra vez esta pieza: de repente me dí cuenta que no había comprendido nada de lo que era la Gota. (…)
De hecho el verdadero tema de la pieza no era la música que estaba en primer plano, aquella melodía inmediata, tierna y sugestiva: (…) su significado verdadero era algo aparentemente monótono, tan monótono que se reducía a una sola nota que se repetía continuamente, con algunas ligeras variaciones, desde el principio hasta el final. Pero cuando un hombre se da cuenta de esta nota es como si el resto pasara a segundo plano (…) Aquel día comprendí, sin poderlo expresar con palabras; intuí de qué se trataba. Me dije a mí mismo “¡Así es la vida!”. El pasaje de Chopin es bellísimo porque es símbolo de la vida.
En la vida el hombre está recorrido por las cosas que lo enternecen y le atraen más instintivamente, que le gustan, que le son de provecho. En suma, domina lo instintivo, lo inmediato, lo fácil, lo arrollador. Y sin embargo la música está más allá de la música que está en primer plano: es una sola nota desde el principio hasta el fin, desde que se es joven hasta que se llega a viejo. ¡Una sola nota! Cuando uno se da cuenta de esta nota, ya no la pierde jamás, no puede perderla ya: permanece como una fijación, pero es la fijación que hace al sabio. Es la fijación que hace al hombre: el deseo de la felicidad.
Luigi Giussani
Un genio que ayuda a entender a otro genio. Me encantó este texto de Giussani. Les dejo abajo el texto completo, por si lo quieren leer sin perderse ningún detalle.
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