Ante la pregunta “¿Es Jesucristo Dios?” tenemos varias respuestas:
- Católico: Por supuesto, Jesús es la segunda Persona de la Santísima Trinidad.
- Judío: No, no es Dios.
- Musulmán: No, fue un profeta como Mahoma.
- Ateo: Dios no existe, por lo tanto Jesús no puede ser Dios.
- Agnóstico: Puede ser, pero nosotros los hombres no podemos saber eso, no somos capaces de alcanzar la verdad.
Evidentemente no todos pueden tener razón. Si insistimos en que sí, entonces es como decir que “si” y “no” son iguales.
Interesante es la respuesta del agnóstico. Nótese que un agnóstico, ante las afirmaciones “Dios existe” y “Dios no existe” responde lo mismo: “Puede ser”. Con su “puede ser” nunca puede equivocarse, y nunca puede estar en lo cierto. Es como estar ante una pregunta de examen que nos exige responder “verdadero” o “falso”, y en lugar de analizarla bien y ver cuál es la respuesta correcta, optar por dejarla vacía.
Cualquiera de las 5 personas que mencioné arriba puede ser un hombre intachable, honesto, sincero, que lleva una vida recta, que busca la justicia, que es servicial y se preocupa por el bienestar de los demás, y todas las características deseables para una persona. O puede ser un desgraciado, un egoísta, un infeliz, o más serio: un asesino. Puede ser un político corrupto, un científico que experimenta con personas vivas en algún campo de concentración nazi, o un sacerdote católico pedófilo. La bondad de la persona no es determinante para saber si lo que dice o enseña es la verdad.
Yo puedo ser muy elocuente en mis discursos, hablar con seguridad y tener una capacidad excepcional para convencer, pero eso no implica que yo esté en la verdad. Igualmente puedo ser una persona aburrida y dubitativa, y eso no implica que yo no esté en la verdad.
Puedo incluso utilizar argumentos inválidos para probar algo que es verdad, como Galileo y la teoría heliocéntrica. O al revés, utilizar argumentos muy convincentes y correctos para llegar a una conclusión errónea.
Puedo ser una persona muy inteligente, como Einstein, pero eso no implica que yo esté en la verdad. Puedo ser un genio en la música, como Charly García, y ser drogadicto. Puedo ser un gran escritor, merecedor de un premio Nobel, como Jorge Luis Borges, y en el ocaso de mi vida escribir:
He cometido el peor de los pecados
que un hombre puede cometer…
No he sido feliz. Mis padres me engendraron para el juego
arriesgado y hermoso de la vida,
para la tierra, el agua, el aire, el fuego
los defraudé. No fui feliz. Cumplida
no fue su voluntad. Mi mente
se aplicó a las simétricas porfías
del arte, que entreteje naderías.
Pero ¿entonces? Si yo quiero encontrar la verdad, quiero conocerla, ¿qué tengo que hacer? Bueno, yo no soy nadie para responder, así que analicemos algunos pensamientos:
- Cuando somos grandes en humildad, estamos más cerca de lo grande. (Rabindranath Tagore)
- Dios tiene dos tronos. Uno en lo más alto de los cielos y otro en el más humilde de los corazones. (D.L. Moody)
- Donde hay soberbia, allí habrá ignorancia; mas donde hay humildad, habrá sabiduría. (Salomón)
- El que con perspicacia reconoce la limitación de sus facultades, está muy cerca de llegar a la perfección. (Johann Wolfgang von Goethe)
- Humildad es andar en la verdad. (Santa Teresa de Ávila)
- La humildad es la llave de la sabiduría. (San Beda)
- Todo el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado. (La Biblia: Lc 14,11)
- Uno debe ser tan humilde como el polvo para poder descubrir la verdad. (Gandhi)
- Tu verdad aumentará en la medida que sepas escuchar la verdad de los otros. (Martin Luther King)
Y sobre todo me interesa esta de San Agustín: Para llegar al conocimiento de la verdad hay muchos caminos: el primero es la humildad, el segundo es la humildad, el tercero es la humildad.
Si estas personas (entre ellos científicos, santos y otros sabios conocidos) tienen razón, entonces quizá algunos de los genios más grandes de la historia, que tuvieron una vida poco o nada feliz, como Borges, no tuvieron lo que hay que tener para alcanzar la verdad: la humildad.
Quizá tengan razón después de todo. Quizá sea cierto que la humildad es el camino que debemos elegir para alcanzar la verdad. Por ejemplo: Nos es más fácil salir del error cuando escuchamos atentamente al que nos está diciendo lo contrario a lo que creemos, creyendo de verdad que quizá nosotros estamos equivocados.
Qué importante es para el hombre ser humilde, porque es importante para éste buscar la verdad: Conocer cómo vivir bien, como encontrar la felicidad, qué sucederá después de mi muerte, de dónde vengo, para qué vivo… Pueden parecer tonterías, pero si se analizan en profundidad, es la falta de respuestas a estas preguntas las que causan el suicidio, la drogadicción, el alcoholismo, la corrupción…