“Y con el nuevo / comienzo de mi día oscuro, incierto, / te supuse de paso en esta tierra. / Pero nada existe en este suelo / que a ti se te asemeje”
(G. Leopardi, poeta italiano).
Comparto este fragmento de unos textos que estuve leyendo estos días:
[…] Un día, don Gaetano Corti, su profesor de Religión en el seminario, explicó la primera página del Evangelio de san Juan: «En un momento dado dijo: “Veis: ‘el Verbo se ha hecho carne’ quiere decir que ‘la Belleza se ha hecho carne’, ‘la Justicia se ha hecho carne’, ‘la Verdad se ha hecho carne’. Belleza, Justicia y Verdad eran un hombre, nacido de una mujer, que caminaba por los caminos de este mundo”. Para mí fue como un rayo, como una fulguración. Yo siempre había estado enamorado de Leopardi. En una poesía que siempre me había gustado, A su dama, Leopardi se dirige a la Mujer con “M” mayúscula, a la Belleza con “B” mayúscula. Y dice con pasión: “Y con el nuevo / comienzo de mi día oscuro, incierto, / te supuse de paso en esta tierra. / Pero nada existe en este suelo / que a ti se te asemeje”. Y dice también: “Ya no tengo esperanza / de contemplarte viva, / si ya no fuese que, solo y desnudo, / por otra vía y hacia extraña estancia / vaya mi espíritu”. Comprendí de golpe, en aquella fulguración, que “el Verbo se ha hecho carne” era el vuelco completo de aquella tristeza. Era el anuncio de que esta Belleza se encuentra “de verdad” por los caminos de este mundo». Quid est veritas? Vir qui adest. (“¿Qué es la verdad? Un hombre que está entre nosotros”. San Agustín).
Qué hermoso ha sido leer esto, de Luigi Giussani.