“Si Dios existiese, entonces no habría mal en este mundo, la gente no pasaría hambre, ni los hombres harían guerras… Si Dios existiese, no habría tantas religiones que enseñen cosas contradictorias, sólo habría una. La Biblia… un libro lleno de contradicciones. Si Dios realmente existe, ¿entonces por qué no aparece? ¿por qué no lo podemos ver?”. La conclusión de todo esto es: Dios no existe.
Varias veces me encontré con estos pensamientos. Parecen válidos. Si Dios es infinitamente bueno como nos enseña, por ejemplo, la Iglesia Católica, ¿por qué permite el mal en el mundo? ¿por qué permitió y permite que haya tantas religiones que nos confunden cuando buscamos la verdad? Y por último, si es verdad que Dios quiere que creamos en Él, ¿por qué no aparece ahora así lo podemos ver y creer y listo?
En mi humilde opinión, son dudas muy interesantes que ayudan a descubrir quién es Dios y cómo actúa.
Ateos militantes
Varias veces me he encontrado con blogs de personas que se declaran ateas militantes. En este preciso momento no recuerdo ningún sitio de estos en los que se hable con respeto hacia los creyentes. Algunos posts son muy interesantes, con argumentos de por qué uno es ateo, pero después uno se encuentra con otro donde se pone en ridículo, por ejemplo, la Sabana Santa, sin ningún tipo de análisis de la misma, simplemente se la ridiculiza. ¿Qué necesidad hay que hacer esas cosas? ¿No basta con dar los motivos para no creer en Dios y listo?
También me he encontrado con referencias a opiniones como ésta en Clarín.com. Una opinión llena de decoraciones, que muchas veces no muestran otra cosa que el odio que el autor tiene hacia la Iglesia o la religión, donde es claro que la persona no entiende mucho sobre las decisiones, en este caso, del Papa, e inmediatamente pone a todos los feligreses en contra de él, quizá porque dos o tres tipos cercanos al autor que dicen ser católicos no entienden o les enfada las palabras de Benedicto XVI. Luego, todos los fieles piensan igual que ellos.
Por eso a veces no tiene mucho sentido discutir con personas así. Me gusta leer argumentos que ponen en duda lo que yo creo, pero creo que una persona que se burla así de algo nos está diciendo, en realidad, que no admite argumentos en contra, ya que no creo que sea necesario recurrir a esas cosas si uno está seguro de sus convicciones.
Sigo ahora con las razones para ser ateos, y el por qué no me satisfacen. Todas tienen que ver con la imagen que uno tenga de Dios: muchos arman en sus mentes a su dios, con las características que debería tener, cómo debería actuar para ser realmente Dios, su forma de manifestarse, etc. Como Dios no es como ellos piensan que debería ser, entonces Dios no existe. En realidad, ellos se ponen por encima de Dios, son más que Dios, y creen saber cómo Dios debería ser y actuar.
Dios, ¿por qué no apareces?
¿Y por qué Dios tiene que manifestarse a toda la humanidad de forma que no sea posible su negación? ¿Por qué Dios tiene que actuar así? ¿No puede ser, por ejemplo, que Dios se manifieste solo a los que lo buscan, a los que se preguntan con sinceridad, a los que quieren saber la verdad, a los que se reconocen pequeños y limitados? ¿No estaría Dios obligando al hombre a creer en Él si hiciese lo que este argumento para ser ateo le exige? Si Dios hiciera eso, entonces no podríamos pecar, no por no poder hacerlo, sino que sería lo mismo que ser perfectamente consciente que delante mío hay un precipicio, y dar un salto hacia el mismo.
La Iglesia enseña que Dios hizo al hombre libre. Libre para acercarse a Él, para negarlo, o para ser indiferente.
Como lo manifestaba en un post anterior, el mirar alrededor, comprender que estamos vivos, y observar todo lo que existe es algo que personalmente me sorprende. Apunto con esto al “por qué” de todo, no al “cómo”, que podría explicarse quizá, y creo que parcialmente, con la Teoría del Big Bang.
Si Dios existe, y se manifestara de una forma que indiscutiblemente nos lleve a todos a creer en Él, entonces pienso que nadie tendría la libertad para negarlo. Todos deberían creer en Dios, sino…
Creo que es muy importante ser consciente siempre de que uno puede tener una imagen equivocada de Dios. Estar siempre atento a esto, pienso, es vital para ir conociéndolo cada vez más, condición necesaria para poder amarlo verdaderamente.
La Biblia, un libro lleno de contradicciones
Esta afirmación tiene mucho de cierto. La Biblia se contradice varias veces. ¿De verdad? Si, de verdad, se contradice, pero no en cuestiones centrales como que Jesús es el Mesías, o que murió crucificado y resucitó… se contradice en pequeñeces, por ejemplo: En el Evangelio según San Mateo, había dos ciegos fuera de Jericó, y en el Evangelio según San Marcos (y también San Lucas) dice que había sólo uno:
- Al salir de Jericó, les iba siguiendo una gran multitud de gente. En algún momento, dos ciegos estaban sentados a la orilla del camino, y al enterarse de que pasaba Jesús, comenzaron a gritar: “¡Señor, hijo de David, ten compasión de nosotros! (Mt 20, 29-30).
- Llegaron a Jericó. Al salir Jesús de allí con sus discípulos y con bastante más gente, un ciego que pedía limosna se encontraba a la orilla del camino. Se llamaba Bartimeo (hijo de Timeo). Al enterarse de que era Jesús de Nazaret el que pasaba, empezó a gritar: “¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!” (Mc 10, 46-48)
La pregunta es: ¿importa esta diferencia? En la introducción al Nuevo Testamento encontramos una reflexión interesante:
Las diferencias e incluso las contradicciones entre los evangelios aparecen como una garantía de su sinceridad: no han buscado conciliar los textos con el fin de imponer una interpretación convencida.
En los siglos pasados cualquier discrepancia entre los evangelistas inquietaba a los comentaristas; como se creía que los textos sagrados habían sido dictados por el Espíritu Santo o por algún ángel del Señor, el ángel debía acordarse de todos los detalles y, a no ser que el evangelista fuera sordo, la menor diferencia ofendía a la verdad divina. Hoy en día, con excepción de algunos fundamentalistas, la objeción ha sido superada: si había un ciego a la salida de Jericó, como dicen Marcos y Lucas, o dos como pretende Mateo, ¿qué cambio supone?
Yo no soy un experto en la Biblia, para nada, pero si hay algo que sí se, es que la Biblia es un libro difícil de leer. No se lo puede tomar así nomas e interpretar lo que uno quiere. Como cualquier otro libro, si no hay alguien con la autoridad para interpretarlo, habrá tantas interpretaciones como lectores del mismo. En el caso de la Biblia, la que tiene la autoridad para esto es la Iglesia Católica (yo soy católico y creo en esto y por eso lo digo así tan “agresivamente”. Otro cristiano, protestante quizá, dirá otra cosa. Mientras tenga sus argumentos y lo crea de “buena fe” me parece que está perfecto).
Varias frases, palabras, escenas tienen su significado profundo, que sólo se puede alcanzar estudiando mucho la historia del pueblo de Israel, la cultura hebrea y su forma de pensar y describir las cosas. Por ejemplo la numerología en la Biblia tiene todo su significado:
…El 2 puede significar “algunos” (cf. Núm 9,22), el doble puede significar una sobreabundancia (cf. Jer 16,18; Is 40,2); el 3 es una aproximación del número (cf. 1Re 7,23); el 4 indica la totalidad del horizonte geográfico (delante, detrás, la derecha, la izquierda): como los 4 vientos (Ez 37,9), los 4 ríos (Gn 2,10); el 5 tiene valor mnemotécnico (dedos de una mano); el 7 sugiere un número bastante considerable (Caín será vengado 7 veces: Gn 4,15; el justo cae 7 veces al día: Prov 24,16; Jesús lanza 7 demonios de la Magdalena: Lc 16,9)…
Sacado de “¿En dónde dice la Biblia que…?” del padre Miguel Ángel Fuentes.
Por ejemplo, cuando Jesús, en la cruz, dice “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” (Mt 27,46), está recitando el Salmo 22 (que se titula “Oración de un justo que sufre”, es uno de los salmos más esperanzadores de toda la Biblia). El Salmo es largo, y Marcos no lo escribe completo porque no era necesario. El mismo finaliza así:
Fieles del Señor, alabadlo…
porque no ha sentido desprecio ni repugnancia
hacia el pobre desgraciado;
no le ha escondido su rostro;
cuando pidió auxilio lo escuchó…Los desvalidos comerán hasta saciarse
y alabarán al Señor los que lo buscan:
¡no perdáis nunca el ánimo!Lo recordarán y volverán al Señor desde los confines del orbe,
en su presencia se postrarán las familias de los pueblos…Ante él se postrarán las cenizas de la tumba;
ante él se inclinará los que bajan al polvo;
a mí me dará vida.Mi descendencia le servirá y hablará del Señor,
a la generación venidera le anunciará su rectitud;
al pueblo que ha de nacer, lo que él hizo” (Sal 22, 24-31).
Para la mentalidad judía de ese entonces, citar el comienzo de un salmo equivale a citarlo completamente. Jesús nunca se sintió literalmente abandonado. ¿Pero cómo saber estas cosas si uno no conoce en profundidad la Biblia (o en mi caso, leer a aquellos que tienen este conocimiento profundo)?
El mal del mundo
Esto tiene que ver con lo que dije antes. Tiene que ver con la libertad del hombre, libertad incluso para el mal. Por lo tanto no voy a explicar mucho más sobre esto: simplemente decir que el hombre es libre, libre para hacer el bien o para hacer el mal.
También tiene que ver con el dogma de la fe católica sobre el Pecado Original, en donde lo contraemos, y sufrimos las consecuencias del pecado cometido por otro. No me voy a explayar mucho sobre este dogma, primero porque no tengo mucha formación al respecto, y segundo porque no va al caso. Simplemente quería relacionarlo con la deuda externa de Argentina: yo, Milton Pividori, no endeudé el país, y muy probablemente vos tampoco. Pero todos somos deudores, aunque no hayamos sido los culpables. Soy consciente que esta analogía no prueba nada, pero sí me ayuda a entender esta verdad de fe.
Moral absurda
A veces la “ridiculez” de alguna normal moral de la Iglesia nos tienta a creer que todo lo que enseña es una “ridiculez”. Yo se que muchas cosas son difíciles de aceptar, y hasta imposibles de entender si antes uno no dice “Yo no entiendo esto ahora, pero creo que Dios existe, que se hizo hombre y que fundó una Iglesia que me enseña a vivir para ser feliz”. En su carta encíclica Spe Salvi, Benedicto XVI dice: “Ciertamente, la razón es el gran don de Dios al hombre, y la victoria de la razón sobre la irracionalidad es también un objetivo de la fe cristiana. Pero ¿cuándo domina realmente la razón? ¿Acaso cuando se ha apartado de Dios? ¿Cuando se ha hecho ciega para Dios? La razón del poder y del hacer ¿es ya toda la razón?”.
Yo tengo una reflexión con respecto a las relaciones prematrimoniales: Nunca voy a llegar con mi razón a la conclusión de que no debo tener relaciones sexuales antes del matrimonio. Imposible en una sociedad como la actual, con la televisión actual por ejemplo, y con la cultura dominante. Pero la fe es la que ilumina nuestra mente: nosotros no podemos entender todo a partir de la razón, pero la fe es la que nos impulsa a aceptarlo para así más adelante decir, acompañados con nuestra razón: “Que sabiduría hay en esta enseñanza. Ahora entiendo por qué debíamos renunciar a algo así. Fue difícil al principio, pero cuantos beneficios ha traído a mí y a mi pareja el privarnos de esto. Nos ha permitido mirar fijamente al otro, sin obstáculos, para madurar en nuestro amor en los años de nuestro noviazgo”, que es lo que testifican muchos matrimonios que han puesto en práctica las enseñanzas del Evangelio. Este artículo habla sobre el tema, y es muy interesante.
A veces también ubico esto en el siguiente escenario: un hijo y su padre. El padre tiene una visión mucho más amplia de la vida. Ha cometido errores, ha reflexionado sobre ellos, y sabe dar consejos, conviriéndose en una persona muy sabia. El hijo, en cambios, recién está comenzando a vivir. Muchas cosas que el padre le dice y aconseja parecen tontas, o sin mucho sentido para el pequeño. Pero ¡cuantos beneficios habrá para aquel que escucha al que sabe más que él, al que se abre a la sabiduría del padre!.
Porque la Iglesia se pinta como “ridícula” y “retrógrada” en estos días, pero cuando uno reflexiona más sobre sus consejos y advertencias, cuando uno se acerca a un sacerdote de confianza a hablar, a contarle lo que está viviendo, los problemas que tiene… uno queda sorprendido, como es en mi caso. Son como profesionales que estudian la vida, el pecado, la verdadera sabiduría… y no sólo teología.
Milagros
Hay mucho de qué hablar aquí. Lo resumo con un texto introductorio al Nuevo Testamento en la Biblia Latinoamericana:
Nos hemos formado en una cultura “cientificista” y técnica según la cual sólo es verdadero lo que entra en el campo de la ciencia experimental. Ha nacido un mundo arropado por todo género de seguridades, en que se espera muy poco de Dios, y en ese mundo Dios no multiplica sus milagros. Por esta razón muchos hacen el siguiente razonamiento: si ahora no puedo ver hechos parecidos a los que relata el evangelio, ¿cómo creer que han sucedido en otro lugar? Todo sería diferente si formaran parte de una Iglesia ferviente, cuyos miembros son lo bastante pobres como para sentir necesidad de Dios, lo suficientemente sencillos para no vivir como ciegos ante Él.
Muchas religiones
El Papa Juan Pablo II decía en su encíclica “Cruzando el umbral de la esperanza”, que en vez de escandalizarnos por la existencia de tantas religiones, tendríamos que sorprendernos por la cantidad de elementos comunes que tienen. Basta sólo con mirar las bases del cristianismo, el judaísmo y el Islam para ver que esto es cierto. “Los judíos son nuestros hermanos mayores en la fe”, decía Juan Pablo II. Con ellos compartimos gran parte del Antiguo Testamento. Los musulmanes por ejemplo, veneran a María, Madre de Jesús. En el Corán aparecen varios personajes bíblicos como Noe o Juan el Bautista.
Este tema de la existencia de tantas religiones, no deja de tener relación con la libertad del hombre. A mi nada me priva el poder fundar mi propia religión hoy, en Santa Fe, Argentina, tomando algunas cosas de acá y sacando otras que no me gustan. Habría que ver quién soy yo, y qué autoridad tengo, para poder hacer algo semejante.
No puede ser verdad al mismo tiempo que Jesús sea Dios y no lo sea. Necesariamente una afirmación es verdadera y otra no. Será tarea de cada uno buscar la verdad con sinceridad, siendo conscientes de que hay un Dios que nos guía para poder alcanzarla, que no contamos solamente con nuestras propias fuerzas.
Es muy interesante lo que dice la Iglesia Católica (explicado por el padre Fuentes en este texto) sobre los creyentes de otras religiones (creo que podríamos incluir aquí a los ateos, ya que al fin y al cabo es una creencia):
Si alguna persona se salva estando externamente en otra religión que no es la Iglesia católica, esto sólo es posible si está en ella de buena fe. Pero (y esto es clave determinarlo) “buena fe” no es un concepto negativo sino positivo. Está “de buena fe” en su religión quien tiene “ignorancia invencible”, es decir, quien positivamente busca la verdad y, por motivos que Dios sabe (y nosotros no), no llega a la verdad objetiva, sino que cree de buena fe que la “verdad” que busca es aquélla que actualmente profesa en su religión.
No puede considerarse “de buena fe” quien no pone los medios para conocer la verdad, cosa claramente afirmada por el Catecismo: “‘cuando el hombre no se preocupa de buscar la verdad y el bien (…) poco a poco, por el hábito del pecado, la conciencia se queda casi ciega’. En estos casos, la persona es culpable del mal que comete”.
Reflexión final
Hay muchas cosas relacionadas con la fe que no se pueden explicar como se explica un teorema matemático. ¿Por qué? Por lo que venimos diciendo desde el principio: Pienso que es así porque Dios no es alguien que te va a obligar a creer en sus cosas. Yo creo que todas las personas que son creyentes tienen un cachito, un poquitito de humildad para decirse a ellos mismos que no lo pueden saber todo, que pueden haber cosas que son verdad aunque no las termine de entender, y que pueden estar equivocados. Aunque parezca paradójico, desde mi punto de vista, un creyente es alguien que sabe dudar: no tiene dudas sólo sobre lo que otros dicen y enseñan, sino también sobre lo que él mismo piensa.
Si a alguien realmente le interesa despejar las dudas que tiene (o por lo menos no despejar, pero sí tener una buena y válida excusa para decir que son ateos), que lea atentamente la opinión de algún buen teólogo o intelectual creyente. Además la fe, como lo dije (indirectamente) antes, es un don de Dios, no es algo que se gana estudiando mucho. Quizá Él se lo da sólo a las personas (ateos, agnósticos, etc) que buscan la verdad sinceramente.
Ojalá este post sirva para algo. Como dije en el principio, es mi humilde opinión sobre el tema. Termino con una reflexión del Papa Benedicto XVI en su libro “Jesús de Nazaret”, después de explicar la parte en que los fariseos le decían a Jesús “Si sos Dios, bajá de la cruz, así creeremos”:
… Nos encontramos de lleno ante el gran interrogante de cómo se puede conocer a Dios y cómo se puede desconocerlo, de cómo el hombre puede relacionarse con Dios y cómo puede perderlo. La arrogancia que quiere convertir a Dios en un objeto e imponerle nuestras condiciones experimentales de laboratorio no puede encontrar a Dios. Pues, de entrada, presupone ya que nosotros negamos a Dios en cuanto Dios, pues nos ponemos por encima de Él. Porque dejamos de lado toda dimensión del amor, de la escucha interior, y sólo reconocemos como real lo que se puede experimentar, lo que podemos tener en nuestras manos. Quien piensa de este modo se convierte a sí mismo en Dios y con ello, no sólo degrada a Dios, sino también al mundo y así mismo.