(Me encontré con este borrador de hace unos años atrás, cuando la idea de Milei presidente de Argentina era casi un disparate).
Me crucé con la entrevista de Luis Novaresio a Javier Milei. En los primeros minutos el periodista se interesa por el amor del economista a su perro (“mi hijo”); dice que cuando estuvo mal, cuando estuvo literalmente tirado en el piso, su perro fue el único que no lo pateó (o sea, los hombres lo abandonaron, pero no su animal).
Estas cosas me hicieron acordar a una idea del príncipe de las paradojas, y con esta idea, a que tengo una cerveza en la heladera.
Sea lo que sea el ser humano, constituye una excepción. Si no es la imagen de Dios, entonces es una excrecencia del polvo. Si no es un ser divino que cayó del cielo, no puede ser sino un animal que perdió la cabeza. […] El ser humano es siempre algo peor o algo mejor que un animal, y el mero argumento de la perfección de éste no lo afecta. En el sexo, ningún animal es caballeroso u obsceno. Tampoco ningún animal ha inventado nada tan malo como la embriaguez… ni tan bueno como el beber. (G.K. Chesterton)